Aunque su nombre sea sinónimo de comedia y éxitos en taquilla como No sé si cortarme las venas o dejármelas largas, Amor de mis amores, el director Manolo Caro está consciente que para tener un crecimiento como creador necesita explorar historias que vayan más allá de la comedia.
Pues el humor ha marcado su carrera en los últimos ocho años, tanto en cine, televisión y teatro. Es por eso que entre las cosas que le faltan por hacer es descubrirse en otros géneros.
“Me gustaría regresar a filmar, explorar otros géneros. Por primera vez me estoy cuestionando dejar un poco la comedia de humor negro o agridulce, que es la que me ha defendido y con la que he salido abanderado por esta profesión. Me gustaría quizá experimentar otras formas, otros formatos”, comenta el director de cintas como La vida inmoral de la pareja ideal.
Esto sucede porque uno de los principales compromisos que Manolo Caro tiene como guionista y director, es desentrañar tópicos que le atañen o le incomodan. Entre ellos están aquellos temas sobre las implicaciones que la sociedad determina para que alguien encaje en un grupo y “sea feliz”.
“No tiene nada más qué ver con lo sexual, sino tiene que ver con cómo la sociedad muchas veces parece que nos tiene que determinar o nos tiene que decir qué es la felicidad, cuando se puede encontrar de otros lugares o de otras maneras”, dice o cómo se pueden vencer los obstáculos cuando las cosas no salen como se pensaban.
Pero también está el descubrir las inquietudes, implica para un ser humano conocer sus obstáculos y superarlos. “Me interesa hablar de cuando la vida te trunca tus sueños, cómo le haces para reinventarte, cómo generas y cómo cambias para volver a ese camino tan complicado y complejo que todos queremos, que es el ser feliz”, explica.
Ahora que ha logrado conquistar audiencias jóvenes y adultas, Manolo Caro dice que su gusto por las cintas infantiles ha despertado el interés de conquistar a ese público en un largo plazo. “Me gustaría hacer algo para niños. Traigo esas ganas. No sé cuándo vaya a ocurrir, tampoco lo quiero empujar si no es de manera orgánica pero me llamaría mucho la atención hacer algo para ellos”, dice.
El autor encontraría en este público una oportunidad distinta para ahondar en otras formas sus inquietudes creativas para llevar otros mensajes a los más jóvenes. “Me gusta mucho ver las películas de niños, imaginar, volarme la cabeza y pensar en recurrir a la fantasía como un medio para ser un hincapié más fuerte”.
Admirador de cineastas como Pedro Almodóvar, Jean-Pierre Jeunet, David Fincher y Quentin Tarantino, Manolo Caro debutó en 2010 como guionista y director de teatro. Lo hizo con No sé si cortarme las venas o dejármelas largas, obra que tres años después llegó al cine con su dirección, convirtiéndose en un gran éxito de taquilla.
Ocho años, siete obras y cuatro películas de ficción después, Manolo es uno de los jóvenes directores más reconocidos de la industria del cine en México por su tono de comedia agridulce que puede verse en Straight, obra de teatro que estrenó el fin de semana pasado, o La casa de las flores, con la que debuta en la televisión con el cobijo de Netflix y la figura estelar de Verónica Castro.
“En esta serie me van a ver más ácido, y eso no sé qué tan bien vaya a estar para la recepción del público, porque sí me puse con el humor bastante oscuro… pero ojalá y jale”, promete el autor sobre este programa que llegará a la plataforma de streaming el próximo 10 de agosto.
El amor sin etiquetas
Un departamento dividido en tres habitaciones, compuestas por la sala, una cocina y la puerta de entrada es el escenario y testigo de la vida, los deseos reprimidos y los prejuicios de Daniel, un banquero treintañero que a través de una página de citas conoce a Andrés un joven de 20 años que cambiará su vida y su forma de pensar.
Amante del futbol y la cerveza, el varonil Daniel, interpretado por Erick Elías, tiene que debatirse entre desarrollar una vida común y corriente con Elsa (Zuria Vega), su novia desde la maestría o llevar un romance con el inquieto Andrés (Alex Speitzer), quien en pensamiento juvenil lo lleva a descubrir un lado de sí que había querido mantener oculto durante años.
La obra original de Scott Elmegreen y Drew Fornarola, montada en México por Manolo Caro, es una apuesta que pone a discusión los convencionalismos y la moralidad de las sociedades que hoy en día todavía manejan la homosexualidad con tabúes y etiquetas.
“Es un tema que me gusta poner en debate, esta forma de la sociedad de querer etiquetar para poder relacionarse unos con los otros. Pareciera que si no etiquetamos a las personas es como si no pudiéramos entablar una relación, eso me parece alarmante”, comentó Manolo Caro.
Durante poco más de 60 minutos, Straight discute con un guion lleno de tonos emocionales y ansiosos lo difícil que es para un hombre de 30 años aceptar sus deseos sexuales y enfrentarlos al qué dirán de la gente que lo rodea. Pero también de su incapacidad por formar una relación más madura con quien ha mantenido una relación por cinco años.
Sin escenas que requieran censura, Straight tiene una carga de sensualidad protagonizada por sus actores masculinos que llama la atención, aunque sin caer en el exceso. “Hubiera sido para nosotros muy fácilhacerla muy morbosa y vender más boletos, pero no es nuestro interés. Nuestro interés es contar la historia de estos tres personajes en las circunstancias que se encuentran, en las decisiones que toman y por qué las toman”, explicó el director.
Straigth se presenta en temporada hasta el 15 de julio los viernes a las 21 horas y los sábados y domingos con funciones dobles en el Teatro Milán.