Considerada la Marilyn Monroe mexicana por su sensualidad y desquiciantes atributos físicos, Lilia Prado dejó una profunda huella en nuestro cine y su nombre evoca a los grandes realizadores que la dirigieron,entre ellos el grandioso Luis Buñuel. Su talento histriónico, pero también sus portentosas piernas y sus prominentes caderas inspiraron a poetas y escritores: José de la Colina dijo de ella que era un “milagro de la biología”, mientras los públicos de Europa, hasta donde llegaron sus filmes, le adjudicaron el título de Símbolo sexual latinoamericano. Hoy, a 90 años de su natalicio, la actriz michoacana ocupa un lugar preponderante en la historia del cine mexicano.
Su andar en los foros fílmicos comenzó en 1947 con la película Tania, la bella salvaje, oportunidad en un pequeño papel que le brindó Juan Orol, aunque previamente había soñado actuar en un circo y ser bailarina. Al cabo de una prolongada trayectoria cinematográfica con un centenar de títulos en su haber, trabajó por última ocasión en 1989 en la cinta Tres veces mojado.
Lilia Prado era el arquetipo de la belleza de la mujer mexicana y su proyección en la pantalla de plata resultó inmaculada para su legión de admiradores.
Nacida en Sahuayo el 30 de marzo de 1928, Leticia Lilia Amezcua Prado mostró desde niña aptitudes artísticas que la convertirían en una de las grandes figuras de la llamada Época de Oro del Cine Mexicano.
Cursó estudios de actuación con el emérito Celestino Gorostiza, aunque se dice que no terminó la carrera, y sin embargo sus dotes naturales le permitieron incursionar en el cine llamando rápidamente la atención de los más prestigiados realizadores de la época.
También de 1947 data su primera película de manera oficial: La barca de oro, estelarizada por Pedro Infante bajo la dirección de Joaquín Pardavé.
Más tarde, tras la muerte de Blanca Estela Pavón, se pretendió convertirla en la nueva pareja cinematográfica del Ídolo de Guamúchil, con quien protagonizó cuatro cintas: Las mujeres de mi general (1950), El gavilán pollero (1951), Los gavilanes y La vida no vale nada, éstas últimas de 1954. Pero evidentemente, luego del trágico fallecimiento de Infante, llegó a su fin el proyecto.
La trayectoria fílmica de Lilia Prado transcurrió en un tiempo en que el séptimo arte en nuestro país representaba una industria boyante. Todavía en los fabulosos años 60, siempre en el siglo pasado, la producción ascendía a más de 200 títulos.
En ese marco, la bella actriz michoacana alternó créditos con estrellas de la talla de Sara García, Luis Aguilar, Pedro Armendáriz, los Soler, David Silva, Miroslava Stern, Jorge Mistral, Mario Moreno Cantinflas, Adalberto Martínez Resortes, Rosa Carmina, Antonio Badú, Arturo de Córdova y Emilio Indio Fernández, por mencionar algunos, siendo dirigida, entre otros, por Ismael Rodríguez, Roberto Gavaldón, Rogelio A. González y Luis Alcoriza.
LA ETAPA BUÑUEL
Con el aragonés, Luis Buñuel protagonizó un segmento por demás importante en su carrera al actuar en filmes como Subida al cielo y Abismos de pasión, ésta, una adaptación del genial cineasta español naturalizado mexicano a la novela inglesa Cumbres borrascosas. Además la dirigió en La ilusión viaja en tranvía, considerada entre las 100 mejores películas mexicanas.
Elegida Miss Simpatía en el Festival Internacional de Cine de Cannes (Francia) a donde acompañó a Buñuel con Subida al cielo, premio especial de la crítica internacional en dicho certamen, en 1952, Lilia Prado recibió varios reconocimientos a lo largo de su fulgurante carrera cinematográfica, entre ellos el título de mejor actriz extranjera en el Festival de Cine de Panamá, en 1971 y el Ariel de Oro de la academia mexicana del cine a toda una trayectoria, en 1999.
No, nunca le llamó la atención actuar en Hollywood, porque simplemente aprender el idioma inglés le causaba pereza; aunque de todos modos participó en el filme Tarzán y las sirenas.
AFUERA DE LA PANTALLA
La hija de Ramiro Amezcua Novoa y María Luisa Prado González encaminó su vida alejada de escándalos y entregada al cine; de ahí que se casó con un torero llamado Gabriel España, pero su matrimonio duró apenas un par de meses. Nunca procreó hijos.
Murió el 22 de mayo de 2006, víctima de insuficiencia renal. Sus restos se encuentran en el Panteón Jardín de la Ciudad de México, al lado de los de su madre, como fue su deseo.
OTRAS DE SUS PELÍCULAS
1947. Ángel o demonio
1950. Pobre corazón
1951. Crimen y castigo
1952. Cuarto de hotel
1956. Talpa
1958. Ando volando bajo
1960. El analfabeto
1961. Los cuervos están de luto
1970. La vida inútil de Pito Pérez
1972. El rincón de las vírgenes