La crisis de fertilizantes que se vive a nivel global amenaza a la producción de alimentos y, con ello, provoca la escasez de productos en México.
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En el último año, el precio de los fertilizantes ha aumentado en más del doble, lo que ha disminuido la demanda por parte de productores que han decidido racionar sus reservas, detalla Luis Fernando Haro, director general del Consejo Nacional Agropecuario (CNA).
“Esto puede provocar no solo inflación, sino hasta desabasto de algunos productos”, afirma el directivo en entrevista con la Organización Editorial Mexicana.
El riesgo, explica, es que un menor uso de fertilizantes en el campo amenaza la productividad en el sector, lo que deviene en una menor cosecha y menos productos para ofertar al mercado.
Esta crisis deriva de factores como el alza en el precio de los energéticos, como el gas, a causa del encarecimiento de los fletes desde la pandemia y, recientemente, al conflicto entre Ucrania y Rusia, este último uno de los principales productores de fertilizantes a nivel global.
México consume unas 55 millones de toneladas de fertilizantes cada año, de las cuales 62 por ciento es de importación, la mayoría desde Rusia.
De acuerdo con datos del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), México importa 27 por ciento de los fertilizantes que requiere cada año desde el país más extenso del planeta.
Rusia es el principal exportador de fertilizantes en el mundo, pero la invasión a Ucrania llevó a las sanciones de Occidente contra el gobierno de Vladimir Putin, lo que ha parado los envíos desde esta nación.
De esta manera, la guerra en Europa Oriental amenaza el abasto de esta sustancia para los productores nacionales.
El directivo del CNA afirma que a la fecha no se ha detectado escasez, ya que los productores agrícolas del país cuentan con reservas, sin embargo, considera que si la guerra se extiende, para el segundo semestre del año ya empezará a haber falta de fertilizantes en el país.
Sin embargo, el GCMA advierte que la urea, uno de los principales fertilizantes empleados por productores agrícolas, cuyo precio ha registrado continuos incrementos, no tiene garantizado su abasto actualmente, lo que pone en riesgo el potencial de rendimiento de los cultivos del próximo ciclo de siembras primavera-verano 2022.
Juan Carlos Anaya, director del organismo, apunta que los problemas para la siembra ya podrían detectarse desde el segundo trimestre del año, debido al encarecimiento de los fertilizantes y a que la producción nacional disminuyó 11.3 por ciento el año pasado.
“Los proveedores en México no quieren cotizar ahora por la alta volatilidad en el precio (…) Lo que puede provocar que el productor, a esos precios tan altos, va a disminuir su fertilización o va a dejar de fertilizar, eso significa que pierda productividad, lo que impactará en su cosecha”, comenta el directivo.
A esto, señala, se suma la sequía de la temporada de calor, principalmente en los estados del norte.
Ante esta situación, algunos organismo como la Asociación Mexicana de Productores de Bioinsumos (AMPBIO) han hecho un llamado para cambiar hacia fertilizantes naturales.
Ignacio Simón, presidente del organismo, subraya que está crisis significa una oportunidad para que el país construya un plan para eliminar los productos químicos y viren hacia fertilizantes naturales.
En tanto, la Secretaría de Agricultura acordó hace unos días trabajar conjuntamente con la Asociación Nacional de Comercializadores y Productores de Fertilizantes (Anacofer) para garantizar la oferta y acceso a estos insumos y fortalecer la producción de alimentos.
Al respecto, el directivo del CNA afirma que estas medidas resultan insuficientes, ya que en el caso de los fertilizantes naturales se requiere mucho tiempo para hacer una transición así, mientras que los programas federales, apunta, están enfocados en pequeños productores, y consideró que se necesita ayudar a todos para generar la cantidad de insumo que el país requiere.
Haro Encinas destaca que los grandes productores y los medianos también necesitan apoyo, porque a la fecha sólo existe un programa federal con una bolsa de cinco mil millones de pesos, la cual se planea extender a ocho mil millones, pero considera que se requiere más para impulsar la producción nacional.
Esto, explica, pegará a la inflación que se encuentra en sus niveles máximos en más de dos décadas, con cinco meses consecutivos por arriba del siete por ciento y con la amenaza de seguir al alza.
“Si no cultivamos la tierra como debe ser, se va a ver reflejado en una menor productividad y oferta de alimentos, esto es un tema que genera una espiral inflacionaria donde, si no hay suficientes alimentos se elevan los precios y es algo que tenemos que ver de qué manera podemos revertir con un abasto suficiente de fertilizante”, concluye.