Como si fuera una extensión del estadio 974 de Doha, la plaza Juárez, en el corazón de la Bella Airosa vibró con el empate de México frente a Polonia.
A pesar de que al comienzo del partido se notaba casi vacío, el sitio fue llenándose de público con el pasar de los minutos, y poco a poco se pobló de gente vestida de verde, turbantes y uno que otro curioso.
Con cada acción positiva, el público aplaudió el esfuerzo de los jugadores de Gerardo Martino, y sufría en cada intento de avance de Polonia.
El partido casi llegaba a su entretiempo cuando ya había más gente de pie, que en las sillas ubicadas frente a la pantalla allá colocada por el ejecutivo estatal en el centro de la ciudad.
Con el silbatazo que puso el broche a la primera parte, la gente se dispersó para buscar botana, alguna bebida, o bien, seguir con sus actividades cotidianas.
Con gorras, sombreros, sillas plegables, la bandera o turbantes improvisados, la gente quiso protegerse del incesante sol que se dió cita en la plaza, y que aumentaba con la humedad, producto de la lluvia que cayó la noche del lunes en la capital hidalguense.
Sin embargo, el momento culminante fue cuando Guillermo Ochoa hizo lo de cada cuatro años, y salvó el marco tricolor, al atajar un penal del Robert Lewandowsky, que mantuvo la igualdad a ceros.
Más tarde, la gente aplaudió a Héctor Herrera, canterano del Pachuca, y muy pocos hicieron lo propio con la entrada del único hidalguense de la plantilla de Martino: Raúl Jiménez.
Llegaron remates de la selección que resultaron improductivos, pero la gente se lamentaba y seguía expectante del compromiso, cómo no queriendo depender del juego del sábado, contra Argentina.
Después de siete minutos de agregado, y sin un gol a favor, la plaza Juárez se fue vaciando, con un ambiente de duda, por lo que pasará con México en los siguientes partidos.