Cruz Azul es uno de los clubes mexicanos que disputó una final de Copa Libertadores, y lo hizo en 2001. Aquella escuadra fue especial para el futbol mexicano, no solo por ser el debutante en esta instancia, sino por tener a un trailero infiltrado.
A Norberto Ángeles no le gustaban los flashes de las cámaras fotográficas sino los faros de los vehículos en la carretera, donde pasó sus últimos años, pero eso no evitó convertirse en un enérgico defensor que mostró condiciones desde los 13 años, cuando estaba en el equipo de su pueblo: San Juan Tepa, en Francisco I. Madero, Hidalgo.
Jaime Ángeles Guerrero, padre del exfutbolista, cuenta que fue visoreado durante un torneo regional, en el que disputó las instancias finales en Jasso.
Recordó que semanas después, estaba en la oficina de Guillermo Álvarez, en Tepeji, sentado con su hijo, donde le invitaron a formar parte del club. “Solo le pregunté ¿Cómo ves? ¿Te gusta? Por supuesto, él ilusionado contestó que sí. Así comenzó todo”.
Después de un largo proceso, que incluyó estancias en las filiales azules de Oaxaca e Hidalgo, Norberto llegó al primer equipo y se ganó un puesto en el 11 titular de Trejo, entre 2000 y 2001.
Entre una generación de canteranos como Tomás Campos, Melvin Brown, Víctor Gutiérrez, Óscar Pérez y el capitán de ese equipo, Juan Francisco Palencia, la escuadra azul avanzó de rondas, recordadas por los llenos en el Estadio Azteca durante los cuartos de final, semifinales y final.
Contrario a lo que hicieron buena parte de los aficionados, una parte de la familia de Ángeles no vio el encuentro, en buena medida por falta de posibilidades, aunque María Luisa, hermana del exlateral señaló que “no disfrutas esos partidos, los sufres”.
Con la medalla de plata en el pecho, Ángeles regresó a San Juan, y lejos de una decepción Norberto regresó contento por la experiencia. “Con lo que hicimos fue más que suficiente”, fue lo que comentó a su familia.
La carrera de futbolista no fue larga para el hidalguense, y tuvo pasos por Querétaro, Lobos BUAP y los recién fundados Xolos de Tijuana, este último su equipo de retiro, en 2006.
Apenas colgó los botines, Ángeles dio el paso que él quería desde joven: ser camionero. “Él siempre decía que su sueño era manejar, pasar por la carretera”, mencionó Liliana Hernández, viuda del futbolista.
Rápidamente comenzó su travesía a bordo de su vehículo, que tenía una ruta que iba de Laredo, Texas, a Ciudad de México, y dejó de lado su estancia en las canchas.
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“A él no le gustaba mucho que lo invitaran a homenajes o cosas así, y menos entrevistas. Decía que era trailero, y ya no futbolista, que eso ya había pasado”, rememoran en conjunto María Luisa, Liliana y su hermana mayor, Emma.
Durante un viaje al mecánico, después de haber entregado amuletos a sus hijos para sus primeros días de clase y platicado con su hermana sobre la salud de su madre, Norberto se desvaneció para ya no reaccionar, y dejar canchas y carreteras por igual.
Sin embargo, al 3 de esa generación, su familia lo recuerda como alguien sencillo, que gustaba de hacer travesuras y reunirse con la familia los domingos, como aquel camionero que se uniformó de futbolista para ser subcampeón continental.