/ viernes 16 de noviembre de 2018

Un Principito incluyente desata las reacciones más inesperadas

El texto se confundió con "La Principesa", que fue publicado por la editorial española Espejos Literarios

Hace unos años, las argentinas Julia Bucci y Gabriela Villalba fueron seleccionadas para participar en un seminario enfocado en jóvenes promesas de la traducción literaria hispanoamericana. El idioma francés era el exigente requisito además de la expertise traductora; la formación se daría en México, en el Instituto Francés de América Latina.

Habiéndose formado desde una perspectiva bastante amplia, Bucci y Villalba regresaron a Argentina para seguir trabajando en sus respectivos proyectos, hasta que llegó uno que las uniría de nuevo, uno cuyo golpe mediático nunca se esperaron, uno también lleno de improperios por parte del país en donde tanto habían aprendido sobre el vibrante y complejo mundo de la francófona traducción literaria.

El lenguaje inclusivo en realidad molesta por cuestiones ideológicas

Comencemos por el principio. Tengo entendido que se dio un enorme malentendido con su peculiar edición.

Así es, se generó un enorme malentendido sobre nuestra edición de El Principito. En una nota se le confundió con otro libro, titulado La Principesa, que fue publicado por la editorial española Espejos Literarios, y lamentablemente esa información se viralizó sin que nadie se tomara el trabajo de contrastar que yo no soy la traductora de ese texto y que se trata de dos libros diferentes, publicados por dos editoriales distintas.

Según sé, esa versión hizo un trabajo de adaptación del texto, la trama, los personajes y las ilustraciones, pero no es nuestro caso. La traducción que hice para la editorial Ethos Traductora no es una adaptación del texto de Saint-Exupéry. Es una traducción escrita en español rioplatense que incorpora el lenguaje inclusivo.

¿Por qué traducir un clásico literario usando el lenguaje inclusivo?

La propuesta vino de la editorial, e inmediatamente despertó mi curiosidad de traductora. Primero, porque siempre es un desafío retraducir un clásico y, en este caso, además, se trata de un libro muy querido y leído por todxs. Si pensamos que una nueva traducción implica una nueva lectura, frente a un texto así, unx se pregunta cuál es el aporte que puede hacer.

Es un desafío muy estimulante. Segundo, porque era la oportunidad de volver a trabajar con Gabi Villalba (mi editora, directora de la editorial y también traductora literaria), con quien trabajé varias veces en el pasado y que hizo una impecable traducción de El Principito hace unos años para otra editorial argentina. Que tu editora sea también traductora literaria y conozca en detalle el texto que vas a traducir es un lujo que no se puede dejar pasar.

La combinación de nuestras experiencias y trayectorias profesionales hizo que todo el proceso fuera muy enriquecedor para las dos, y creo que eso redunda en el texto. Pudimos y nos atrevimos a ir más lejos, con lo difícil que puede llegar a ser cuando se trata un clásico de esta envergadura, al que nadie se atreve a tocar.


Cortesía

¿Este proyecto de traducción busca mostrar una realidad nacional?

¡Definitivamente! El debate sobre el lenguaje inclusivo se instaló en Argentina en este último año y nuestra edición se inscribe justo en ese contexto. Hoy, la sociedad argentina se está haciendo esta pregunta, lxs docentes, lxs escritorxs, lxs periodistas se están preguntando qué hacer con esto, qué posición tomar. Entiendo que en México la situación es diferente, y probablemente sea por eso que nos llegaron reacciones tan fuertes de ese país.

Pero hay que pensar que por el momento es una exploración, el lenguaje inclusivo ni siquiera está sistematizado. Primero se usó el @, luego se sumó la “x” y luego surgió la “e” como una opción superadora, que permite ser pronunciada en voz alta. No obstante, tengo que decir que por ahora es un tanteo. Habrá que ver qué pasa dentro de diez o veinte años, en qué se convierte. Quizá se adopte el uso de la “e” a cambio del masculino genérico o quizá se descarte por una opción más económica. Nosotras tenemos claro que es una exploración.

En Argentina, hay una generación de chicxs y adolescentes que ya incorporó el lenguaje inclusivo y que tiene muchas ganas de empezar a leerlo en textos literarios. Ese es el público al que está dirigida esta traducción. También a toda persona que sienta curiosidad por el tema, que tenga ganas de hacerse esta pregunta.

¿Cómo se logró plasmar el lenguaje inclusivo en el texto traducido?

Esta cuestión la trabajé punto por punto y meticulosamente con Gabi. Ella viene estudiando el tema y trabajándolo con lxs traductorxs en función de cada proyecto de la colección (que se llama “Insumises”). En el camino, tuvimos que tomar infinidad de decisiones, eso dio lugar a largos e interesantes debates.

En un proyecto así, tomás conciencia de que estás trabajando con una lengua que es una materia viva. Algunas de las decisiones se iban modificando a la luz de los debates que se iban dando en tiempo real en la sociedad. Eso, para mí, es algo fascinante. Siempre fuimos conscientes de que las decisiones que tomáramos iban a cristalizar un momento de la reflexión sobre el lenguaje inclusivo, que en el futuro, tal vez, podía tomar otra forma.

¿Estamos ante el nacimiento de un tipo de traductora y de un tipo de editorial incluyentes?

Para mí, la escritura y la lectura son espacios de juego y de placer, y la traducción literaria es un tipo muy particular de escritura y de lectura. Cuando nos sentamos a traducir, lxs traductorxs nos enfrentamos a un proceso constante de toma de decisiones, pero la gran mayoría de las veces, traducimos encorsetados por las pautas que nos impone la editorial (como el famoso uso del español neutro, por ejemplo).

No es habitual que un traductor tenga libertad total para tomar ciertas decisiones. Y tampoco es habitual que una editorial tenga la osadía de romper con ciertas reglas del mercado.

¿Por qué esta traducción de El Principito despertó reacciones tan violentas?

Primero, porque se viralizó esa noticia falsa que confundía nuestro libro con la adaptación de la editorial española (La Principesa). Eso despertó el enojo de muchxs, sin siquiera haber visto el libro. Es increíble. Muchas personas me escribieron enfurecidas pensando que había convertido al personaje principal de El Principito en mujer.

Pero ese es otro debate. Lo interesante, me parece, es pensar por qué despierta tanta polémica el hecho de que se retrabaje la traducción de un texto canónico, considerado casi como sagrado. Muchxs de los mensajes que recibí me acusaban de haberme “atrevido a meterme con El Principito”.

Parecería que hay textos que no se pueden tocar, aunque eso implique reproducir inconsistencias o errores de traducción edición tras edición. En Argentina, nadie se rasga las vestiduras cuando llegan traducciones españolas escritas de “tú” y de “vosotros”, estamos acostumbrados y lidiamos con ese detalle en la lectura como si camináramos con una piedra en el zapato, pero nadie sale a insultar a la editorial (y menos al traductxr) por usar un español que no es “el nuestro”, “el que hablan todxs”.

Por eso creo que el uso del lenguaje inclusivo en realidad molesta por cuestiones ideológicas, porque desenmascara el sexismo del lenguaje, y eso explica las reacciones de odio e intolerancia.

Por lo demás, es un libro profesionalmente trabajado y bellamente ilustrado.

¡Totalmente! Nuestra edición contiene las deliciosas ilustraciones de Malena Gagliesi, y solo por ellas vale la pena al menos hojear el libro.

Para terminar, a lxs que están tan indignadxs o enojadxs, les diría que nadie los obliga a comprar este libro y que podrán seguir leyendo la traducción de El Principito que más les guste. Esa es la esencia de un clásico, que se mantiene siempre vivo.

Este aporte, que para algunxs puede ser irrisorio, para otrxs –que ahora estamos descubriendo no son pocxs– es un acontecimiento enorme.


El problema no es la traducción, sino lo que despiertan los feminismos y las mujeres empoderadas


Gabriela Villalba es Traductora Literaria y Técnico-Científica en Francés (IESLV) y Profesora en Letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es doctoranda en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, especializada en temas de variación lingüística y traducción, y directora de equipos de investigación en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”, de la Ciudad de Buenos Aires. Allí se dedica a la formación de traductorxs e investigadorxs, tanto en el Traductorado en Francés (Residencia y Traducción Literaria) como en el de Portugués (Seminario Permanente de Estudios de Traducción).

Me llama la atención el hecho de que hayan recibido tantas agresiones de miles de cibernautas mexicanos.

Sí, la verdad es que recibimos agresiones muy ofensivas a través de las redes. Insultos, improperios, amenazas, burlas, mentiras absolutamente fantasiosas, de una manera que se parece mucho a un hostigamiento organizado. Lxs usuarios eran todxs mexicanxs, en su mayoría varones, que pertenecen a grupos de Facebook antifeministas o de conservadurismo lingüístico, donde se generaron conversaciones signadas por la intolerancia y la injuria. Es llamativo que la publicación haya tomado estos caminos.

Recibimos mucho enojo y es imposible que sea porque una editorial que está del otro lado del continente haya decidido volver a traducir al Principito (que es lo que efectivamente hicimos). Probablemente sea a causa de la banalización que sufre el tema del lenguaje inclusivo y de la violencia que despierta en la población la visibilización de los colectivos feministas y de diversidades (sexuales, étnicas, etc.).

Las agresiones sucedieron de manera explosiva. Pensamos que el problema no es la traducción en sí sino lo que despiertan los feminismos y las mujeres empoderadas en las personas que tienen internalizada la intolerancia y la misoginia, ya que el foco de agresión más intenso se concentró en una publicación que hicimos en Facebook con fotos de jóvenes argentinas que habían comprado el libro en el Encuentro Nacional de Mujeres (ENM), todas personas muy jóvenes, muy sonrientes, que destilaban alegría y compromiso. Parece que eso es lo que enoja...

En ese sentido, en Argentina están pasando cosas. Hay una lucha fuerte por la reivindicación de los derechos de las mujeres, incluyendo en el camino a las mujeres transexuales y a travestis, cosa que no ocurre en México.

Así es. Por ejemplo, el ENM se realiza en Argentina todos los años. En 2018 celebró su edición número 33, en Trelew (Patagonia argentina). Se estima que este año asistieron alrededor de 60 milmujeres, trans y travestis, algunxs independientes, pero en su mayoría pertenecientes a todo tipo de organizaciones feministas y sociales e instituciones.

A lo largo de los años fue ese el espacio donde se gestaron y debatieron los mayores logros de los feminismos en el país de las últimas décadas (#niunamenos, ley de Educación Sexual Integral, Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, etc.).

Es un fenómeno sin paralelos, creo, en otros países. Hay un alto grado de participación activista entre mujeres y adolescentes y también mucha aceptación desde la sociedad en general. Por supuesto que hay respuestas desde la violencia, también desde las instituciones y las corporaciones más reactivas (religiosas, mediáticas, políticas), pero lo que prepondera es la convivencia (tensa, pero convivencia al fin).

Las manifestaciones de #niunamenos y por el aborto legal han convocado a millones de personas de todo el arco social y político. Muchas mujeres, de todas las edades y extracciones, caminamos por la calle cotidianamente con un pañuelo verde en las carteras, mochilas, puños, cuellos o pelo. Esto genera algunas agresiones, pero también ha generado un espíritu de solidaridad (o “sororidad”).

Recordemos que la sociedad argentina ya tuvo otros virulentos debates sobre adquisición de derechos (matrimonio igualitario, ley de género, educación sexual integral) en los que ha crecido en visibilización y aceptación de la diferencia. Entonces, claro, entiendo que es un estado de la discursividad social diferente al de México. Hay numerosas publicaciones de distintos tipos que trabajan con estos temas y que no han despertado este tipo de reacciones, para nada.

Esta editorial acoge más que nada proyectos de literatura traducida. Un perfil editorial casi nulo en México.

Y sí. La editorial se define como “traductora”, como espacio para trabajar con nuestras inquietudes sobre la traducción. Alrededor de Ethos, la editorial, se reúne un grupo de traductorxs formados en instituciones públicas que en algunos casos también transitaron o se graduaron en Letras, Edición, Comunicación, Sociología, Filosofía. Nos interesa hacer libros cuidados, muy trabajados desde la traducción, la gráfica, la estética, y entablar relaciones de colaboración sustentables y justas entre las personas que trabajamos para la editorial.

Esto último proviene de nuestra militancia de años en la visibilización de la traducción y lxs traductorxs y de la defensa de sus derechos. Pero también de prácticas sostenidas de docencia, investigación y traducción guiadas por estos lineamientos.


Cortesía

¿Por qué traducir así el gran clásico de Antoine de Saint-Exupéry?

Nos interesaba que nuestro primer libro fuera no sólo un aporte significativo a la literatura traducida en nuestro país, sino también que fuera una obra que tuviera algo que ver con la traducción, su historia y su conceptualización. También con la tradición literaria argentina, porque la traducción en español que circuló en todo el ámbito hispanohablante mientras estuvo bajo derechos de autor fue la de un argentino, Bonifacio del Carril, personaje que, por cierto, colaboró con la dictadura militar.

El Principito es la obra literaria más leída, traducida y versionada del mundo (después de la Biblia), es decir que hace caer, como ningún otro, el postulado de la intraducibilidad. En este sentido, podemos decir que esta obra es un elogio a la traducción, por eso la elegimos y por eso queríamos que el libro en su conjunto fuera una celebración de la traducción, por eso elegimos a una gran traductora y concebimos el proyecto gráfico también como una traducción. Le pedimos a la ilustradora que tradujera las ilustraciones.

Malena Gagliesi entendió perfectamente el proyecto y trabajó en clave traductora, con el mismo pedido que le hicimos a Julia: modernizar, con la misma técnica de las ilustraciones de Saint-Exupéry (acuarela y lápiz), el lenguaje gráfico del libro y actualizar detalles culturales, con algunos guiños a la juventud. El resultado es fruto de un trabajo muy detallista y cuidadoso de elaboración amorosa.

¿Por qué elegir a Julia como la traductora de este libro?

Es una de las personas más profesionales con las que he trabajado y creo que es la mejor traductora de francés que conozco y una de las traductoras más severas y profesionales de las que tengo noticia.

Nos formamos juntas como traductoras, no sólo por el contacto propio del aula en el traductorado, sino también porque ya siendo estudiantes entablamos una modalidad de interacción y discusión sobre nuestras escrituras que se continuó luego en nuestras primeras traducciones para el campo editorial (hemos co-escrito alguna traducción, nos hemos supervisado mutuamente o hemos colaborado para El Dipló, también hemos compartido batallas por el mejoramiento de las condiciones de trabajo para lxs traductorxs), además, ambas fuimos a México al seminario especializado impartido por Arturo Vázquez Barrón, ella en 2005 y luego yo en 2006. Hacía muchos años que no se cruzaban nuestros caminos laborales y reencontrarnos otra vez en la traducción literaria fue una experiencia conmovedora.

Era la persona indicada para entregarle esta misión –nuestro primer libro y una de las primeras experiencias en traducción de clásicos al lenguaje inclusivo–, que requería de la mayor seriedad y responsabilidad. Realmente es la peor de las injusticias que se la acuse de arruinar un texto o que gente que no leyó su traducción se atreva a dejarle mensajes amenazantes o agresivos. Lo mismo sucede con Malena, una ilustradora de una gran plasticidad y un profesionalismo insuperable.

Tú escribiste en tu muro de Facebook: “Defendía una sociedad basada en el respeto por las personas, la diversidad de las culturas, la solidaridad, el compromiso y la responsabilidad individual”, así define la FASEJ (Fundación Antoine de Saint Exupéry para la Juventud) al autor de El Principito. Diversidad, solidaridad, compromiso y responsabilidad. ¿Tales son los valores intactos en esta muy contemporánea traducción?

Nuestra traducción de El Principito intenta vibrar en estos valores, con la ambición de potenciar el mensaje profundamente pacifista y humanista que contiene. Ese mensaje y esos valores que lo convierten en la obra literaria más vendida y más traducida del mundo. 200 millones de ejemplares, 353 versiones oficiales, 400 millones de lectores, miles de versiones en cine, teatro, comedia musical, series, historietas.

El texto literario más sagrado y consagrado del último siglo lo es porque es el más llevado a otros territorios y otros tiempos distintos de aquellos en los que se gestó. No hay otra obra que ilustre mejor el hecho de que la traducción siempre es ganancia, nunca pérdida. Toda nueva versión suma, toda nueva versión acrecienta el número de personas que la leen, toda nueva versión agrega nuevos planos, nuevas dimensiones, nuevas interpretaciones y lecturas. Todo ello ya está, potencial, escrito en el texto de Saint Exupéry. Y también está contenido en el mensaje, un mensaje de profundo amor y entendimiento por la humanidad en su diversidad.

Nos llena de orgullo sumar una estrella al cielo infinito del Principito. Ese que contempla mientras deja sus últimas lecciones al aviador:

“A la noche vas a mirar las estrellas. Mi planeta es demasiado chico para que pueda mostrarte dónde queda la mía. Pero es mejor así. Mi estrella va a ser para vos una entre todas las estrellas. Entonces te va a gustar mirarlas... Todas van a ser tus amigas.”

Al final, ¿qué le dice todo esto al posible lector de esta obra traducida?

Que Saint Exupéry dejó su vida en un avión luchando contra el totalitarismo, el odio y la intolerancia. Eso es lo que nadie debería olvidar, eso es lo que en esta historia –la verdadera, la de la vida real– debería ser “lo más sagrado”.

Hace unos años, las argentinas Julia Bucci y Gabriela Villalba fueron seleccionadas para participar en un seminario enfocado en jóvenes promesas de la traducción literaria hispanoamericana. El idioma francés era el exigente requisito además de la expertise traductora; la formación se daría en México, en el Instituto Francés de América Latina.

Habiéndose formado desde una perspectiva bastante amplia, Bucci y Villalba regresaron a Argentina para seguir trabajando en sus respectivos proyectos, hasta que llegó uno que las uniría de nuevo, uno cuyo golpe mediático nunca se esperaron, uno también lleno de improperios por parte del país en donde tanto habían aprendido sobre el vibrante y complejo mundo de la francófona traducción literaria.

El lenguaje inclusivo en realidad molesta por cuestiones ideológicas

Comencemos por el principio. Tengo entendido que se dio un enorme malentendido con su peculiar edición.

Así es, se generó un enorme malentendido sobre nuestra edición de El Principito. En una nota se le confundió con otro libro, titulado La Principesa, que fue publicado por la editorial española Espejos Literarios, y lamentablemente esa información se viralizó sin que nadie se tomara el trabajo de contrastar que yo no soy la traductora de ese texto y que se trata de dos libros diferentes, publicados por dos editoriales distintas.

Según sé, esa versión hizo un trabajo de adaptación del texto, la trama, los personajes y las ilustraciones, pero no es nuestro caso. La traducción que hice para la editorial Ethos Traductora no es una adaptación del texto de Saint-Exupéry. Es una traducción escrita en español rioplatense que incorpora el lenguaje inclusivo.

¿Por qué traducir un clásico literario usando el lenguaje inclusivo?

La propuesta vino de la editorial, e inmediatamente despertó mi curiosidad de traductora. Primero, porque siempre es un desafío retraducir un clásico y, en este caso, además, se trata de un libro muy querido y leído por todxs. Si pensamos que una nueva traducción implica una nueva lectura, frente a un texto así, unx se pregunta cuál es el aporte que puede hacer.

Es un desafío muy estimulante. Segundo, porque era la oportunidad de volver a trabajar con Gabi Villalba (mi editora, directora de la editorial y también traductora literaria), con quien trabajé varias veces en el pasado y que hizo una impecable traducción de El Principito hace unos años para otra editorial argentina. Que tu editora sea también traductora literaria y conozca en detalle el texto que vas a traducir es un lujo que no se puede dejar pasar.

La combinación de nuestras experiencias y trayectorias profesionales hizo que todo el proceso fuera muy enriquecedor para las dos, y creo que eso redunda en el texto. Pudimos y nos atrevimos a ir más lejos, con lo difícil que puede llegar a ser cuando se trata un clásico de esta envergadura, al que nadie se atreve a tocar.


Cortesía

¿Este proyecto de traducción busca mostrar una realidad nacional?

¡Definitivamente! El debate sobre el lenguaje inclusivo se instaló en Argentina en este último año y nuestra edición se inscribe justo en ese contexto. Hoy, la sociedad argentina se está haciendo esta pregunta, lxs docentes, lxs escritorxs, lxs periodistas se están preguntando qué hacer con esto, qué posición tomar. Entiendo que en México la situación es diferente, y probablemente sea por eso que nos llegaron reacciones tan fuertes de ese país.

Pero hay que pensar que por el momento es una exploración, el lenguaje inclusivo ni siquiera está sistematizado. Primero se usó el @, luego se sumó la “x” y luego surgió la “e” como una opción superadora, que permite ser pronunciada en voz alta. No obstante, tengo que decir que por ahora es un tanteo. Habrá que ver qué pasa dentro de diez o veinte años, en qué se convierte. Quizá se adopte el uso de la “e” a cambio del masculino genérico o quizá se descarte por una opción más económica. Nosotras tenemos claro que es una exploración.

En Argentina, hay una generación de chicxs y adolescentes que ya incorporó el lenguaje inclusivo y que tiene muchas ganas de empezar a leerlo en textos literarios. Ese es el público al que está dirigida esta traducción. También a toda persona que sienta curiosidad por el tema, que tenga ganas de hacerse esta pregunta.

¿Cómo se logró plasmar el lenguaje inclusivo en el texto traducido?

Esta cuestión la trabajé punto por punto y meticulosamente con Gabi. Ella viene estudiando el tema y trabajándolo con lxs traductorxs en función de cada proyecto de la colección (que se llama “Insumises”). En el camino, tuvimos que tomar infinidad de decisiones, eso dio lugar a largos e interesantes debates.

En un proyecto así, tomás conciencia de que estás trabajando con una lengua que es una materia viva. Algunas de las decisiones se iban modificando a la luz de los debates que se iban dando en tiempo real en la sociedad. Eso, para mí, es algo fascinante. Siempre fuimos conscientes de que las decisiones que tomáramos iban a cristalizar un momento de la reflexión sobre el lenguaje inclusivo, que en el futuro, tal vez, podía tomar otra forma.

¿Estamos ante el nacimiento de un tipo de traductora y de un tipo de editorial incluyentes?

Para mí, la escritura y la lectura son espacios de juego y de placer, y la traducción literaria es un tipo muy particular de escritura y de lectura. Cuando nos sentamos a traducir, lxs traductorxs nos enfrentamos a un proceso constante de toma de decisiones, pero la gran mayoría de las veces, traducimos encorsetados por las pautas que nos impone la editorial (como el famoso uso del español neutro, por ejemplo).

No es habitual que un traductor tenga libertad total para tomar ciertas decisiones. Y tampoco es habitual que una editorial tenga la osadía de romper con ciertas reglas del mercado.

¿Por qué esta traducción de El Principito despertó reacciones tan violentas?

Primero, porque se viralizó esa noticia falsa que confundía nuestro libro con la adaptación de la editorial española (La Principesa). Eso despertó el enojo de muchxs, sin siquiera haber visto el libro. Es increíble. Muchas personas me escribieron enfurecidas pensando que había convertido al personaje principal de El Principito en mujer.

Pero ese es otro debate. Lo interesante, me parece, es pensar por qué despierta tanta polémica el hecho de que se retrabaje la traducción de un texto canónico, considerado casi como sagrado. Muchxs de los mensajes que recibí me acusaban de haberme “atrevido a meterme con El Principito”.

Parecería que hay textos que no se pueden tocar, aunque eso implique reproducir inconsistencias o errores de traducción edición tras edición. En Argentina, nadie se rasga las vestiduras cuando llegan traducciones españolas escritas de “tú” y de “vosotros”, estamos acostumbrados y lidiamos con ese detalle en la lectura como si camináramos con una piedra en el zapato, pero nadie sale a insultar a la editorial (y menos al traductxr) por usar un español que no es “el nuestro”, “el que hablan todxs”.

Por eso creo que el uso del lenguaje inclusivo en realidad molesta por cuestiones ideológicas, porque desenmascara el sexismo del lenguaje, y eso explica las reacciones de odio e intolerancia.

Por lo demás, es un libro profesionalmente trabajado y bellamente ilustrado.

¡Totalmente! Nuestra edición contiene las deliciosas ilustraciones de Malena Gagliesi, y solo por ellas vale la pena al menos hojear el libro.

Para terminar, a lxs que están tan indignadxs o enojadxs, les diría que nadie los obliga a comprar este libro y que podrán seguir leyendo la traducción de El Principito que más les guste. Esa es la esencia de un clásico, que se mantiene siempre vivo.

Este aporte, que para algunxs puede ser irrisorio, para otrxs –que ahora estamos descubriendo no son pocxs– es un acontecimiento enorme.


El problema no es la traducción, sino lo que despiertan los feminismos y las mujeres empoderadas


Gabriela Villalba es Traductora Literaria y Técnico-Científica en Francés (IESLV) y Profesora en Letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es doctoranda en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, especializada en temas de variación lingüística y traducción, y directora de equipos de investigación en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”, de la Ciudad de Buenos Aires. Allí se dedica a la formación de traductorxs e investigadorxs, tanto en el Traductorado en Francés (Residencia y Traducción Literaria) como en el de Portugués (Seminario Permanente de Estudios de Traducción).

Me llama la atención el hecho de que hayan recibido tantas agresiones de miles de cibernautas mexicanos.

Sí, la verdad es que recibimos agresiones muy ofensivas a través de las redes. Insultos, improperios, amenazas, burlas, mentiras absolutamente fantasiosas, de una manera que se parece mucho a un hostigamiento organizado. Lxs usuarios eran todxs mexicanxs, en su mayoría varones, que pertenecen a grupos de Facebook antifeministas o de conservadurismo lingüístico, donde se generaron conversaciones signadas por la intolerancia y la injuria. Es llamativo que la publicación haya tomado estos caminos.

Recibimos mucho enojo y es imposible que sea porque una editorial que está del otro lado del continente haya decidido volver a traducir al Principito (que es lo que efectivamente hicimos). Probablemente sea a causa de la banalización que sufre el tema del lenguaje inclusivo y de la violencia que despierta en la población la visibilización de los colectivos feministas y de diversidades (sexuales, étnicas, etc.).

Las agresiones sucedieron de manera explosiva. Pensamos que el problema no es la traducción en sí sino lo que despiertan los feminismos y las mujeres empoderadas en las personas que tienen internalizada la intolerancia y la misoginia, ya que el foco de agresión más intenso se concentró en una publicación que hicimos en Facebook con fotos de jóvenes argentinas que habían comprado el libro en el Encuentro Nacional de Mujeres (ENM), todas personas muy jóvenes, muy sonrientes, que destilaban alegría y compromiso. Parece que eso es lo que enoja...

En ese sentido, en Argentina están pasando cosas. Hay una lucha fuerte por la reivindicación de los derechos de las mujeres, incluyendo en el camino a las mujeres transexuales y a travestis, cosa que no ocurre en México.

Así es. Por ejemplo, el ENM se realiza en Argentina todos los años. En 2018 celebró su edición número 33, en Trelew (Patagonia argentina). Se estima que este año asistieron alrededor de 60 milmujeres, trans y travestis, algunxs independientes, pero en su mayoría pertenecientes a todo tipo de organizaciones feministas y sociales e instituciones.

A lo largo de los años fue ese el espacio donde se gestaron y debatieron los mayores logros de los feminismos en el país de las últimas décadas (#niunamenos, ley de Educación Sexual Integral, Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, etc.).

Es un fenómeno sin paralelos, creo, en otros países. Hay un alto grado de participación activista entre mujeres y adolescentes y también mucha aceptación desde la sociedad en general. Por supuesto que hay respuestas desde la violencia, también desde las instituciones y las corporaciones más reactivas (religiosas, mediáticas, políticas), pero lo que prepondera es la convivencia (tensa, pero convivencia al fin).

Las manifestaciones de #niunamenos y por el aborto legal han convocado a millones de personas de todo el arco social y político. Muchas mujeres, de todas las edades y extracciones, caminamos por la calle cotidianamente con un pañuelo verde en las carteras, mochilas, puños, cuellos o pelo. Esto genera algunas agresiones, pero también ha generado un espíritu de solidaridad (o “sororidad”).

Recordemos que la sociedad argentina ya tuvo otros virulentos debates sobre adquisición de derechos (matrimonio igualitario, ley de género, educación sexual integral) en los que ha crecido en visibilización y aceptación de la diferencia. Entonces, claro, entiendo que es un estado de la discursividad social diferente al de México. Hay numerosas publicaciones de distintos tipos que trabajan con estos temas y que no han despertado este tipo de reacciones, para nada.

Esta editorial acoge más que nada proyectos de literatura traducida. Un perfil editorial casi nulo en México.

Y sí. La editorial se define como “traductora”, como espacio para trabajar con nuestras inquietudes sobre la traducción. Alrededor de Ethos, la editorial, se reúne un grupo de traductorxs formados en instituciones públicas que en algunos casos también transitaron o se graduaron en Letras, Edición, Comunicación, Sociología, Filosofía. Nos interesa hacer libros cuidados, muy trabajados desde la traducción, la gráfica, la estética, y entablar relaciones de colaboración sustentables y justas entre las personas que trabajamos para la editorial.

Esto último proviene de nuestra militancia de años en la visibilización de la traducción y lxs traductorxs y de la defensa de sus derechos. Pero también de prácticas sostenidas de docencia, investigación y traducción guiadas por estos lineamientos.


Cortesía

¿Por qué traducir así el gran clásico de Antoine de Saint-Exupéry?

Nos interesaba que nuestro primer libro fuera no sólo un aporte significativo a la literatura traducida en nuestro país, sino también que fuera una obra que tuviera algo que ver con la traducción, su historia y su conceptualización. También con la tradición literaria argentina, porque la traducción en español que circuló en todo el ámbito hispanohablante mientras estuvo bajo derechos de autor fue la de un argentino, Bonifacio del Carril, personaje que, por cierto, colaboró con la dictadura militar.

El Principito es la obra literaria más leída, traducida y versionada del mundo (después de la Biblia), es decir que hace caer, como ningún otro, el postulado de la intraducibilidad. En este sentido, podemos decir que esta obra es un elogio a la traducción, por eso la elegimos y por eso queríamos que el libro en su conjunto fuera una celebración de la traducción, por eso elegimos a una gran traductora y concebimos el proyecto gráfico también como una traducción. Le pedimos a la ilustradora que tradujera las ilustraciones.

Malena Gagliesi entendió perfectamente el proyecto y trabajó en clave traductora, con el mismo pedido que le hicimos a Julia: modernizar, con la misma técnica de las ilustraciones de Saint-Exupéry (acuarela y lápiz), el lenguaje gráfico del libro y actualizar detalles culturales, con algunos guiños a la juventud. El resultado es fruto de un trabajo muy detallista y cuidadoso de elaboración amorosa.

¿Por qué elegir a Julia como la traductora de este libro?

Es una de las personas más profesionales con las que he trabajado y creo que es la mejor traductora de francés que conozco y una de las traductoras más severas y profesionales de las que tengo noticia.

Nos formamos juntas como traductoras, no sólo por el contacto propio del aula en el traductorado, sino también porque ya siendo estudiantes entablamos una modalidad de interacción y discusión sobre nuestras escrituras que se continuó luego en nuestras primeras traducciones para el campo editorial (hemos co-escrito alguna traducción, nos hemos supervisado mutuamente o hemos colaborado para El Dipló, también hemos compartido batallas por el mejoramiento de las condiciones de trabajo para lxs traductorxs), además, ambas fuimos a México al seminario especializado impartido por Arturo Vázquez Barrón, ella en 2005 y luego yo en 2006. Hacía muchos años que no se cruzaban nuestros caminos laborales y reencontrarnos otra vez en la traducción literaria fue una experiencia conmovedora.

Era la persona indicada para entregarle esta misión –nuestro primer libro y una de las primeras experiencias en traducción de clásicos al lenguaje inclusivo–, que requería de la mayor seriedad y responsabilidad. Realmente es la peor de las injusticias que se la acuse de arruinar un texto o que gente que no leyó su traducción se atreva a dejarle mensajes amenazantes o agresivos. Lo mismo sucede con Malena, una ilustradora de una gran plasticidad y un profesionalismo insuperable.

Tú escribiste en tu muro de Facebook: “Defendía una sociedad basada en el respeto por las personas, la diversidad de las culturas, la solidaridad, el compromiso y la responsabilidad individual”, así define la FASEJ (Fundación Antoine de Saint Exupéry para la Juventud) al autor de El Principito. Diversidad, solidaridad, compromiso y responsabilidad. ¿Tales son los valores intactos en esta muy contemporánea traducción?

Nuestra traducción de El Principito intenta vibrar en estos valores, con la ambición de potenciar el mensaje profundamente pacifista y humanista que contiene. Ese mensaje y esos valores que lo convierten en la obra literaria más vendida y más traducida del mundo. 200 millones de ejemplares, 353 versiones oficiales, 400 millones de lectores, miles de versiones en cine, teatro, comedia musical, series, historietas.

El texto literario más sagrado y consagrado del último siglo lo es porque es el más llevado a otros territorios y otros tiempos distintos de aquellos en los que se gestó. No hay otra obra que ilustre mejor el hecho de que la traducción siempre es ganancia, nunca pérdida. Toda nueva versión suma, toda nueva versión acrecienta el número de personas que la leen, toda nueva versión agrega nuevos planos, nuevas dimensiones, nuevas interpretaciones y lecturas. Todo ello ya está, potencial, escrito en el texto de Saint Exupéry. Y también está contenido en el mensaje, un mensaje de profundo amor y entendimiento por la humanidad en su diversidad.

Nos llena de orgullo sumar una estrella al cielo infinito del Principito. Ese que contempla mientras deja sus últimas lecciones al aviador:

“A la noche vas a mirar las estrellas. Mi planeta es demasiado chico para que pueda mostrarte dónde queda la mía. Pero es mejor así. Mi estrella va a ser para vos una entre todas las estrellas. Entonces te va a gustar mirarlas... Todas van a ser tus amigas.”

Al final, ¿qué le dice todo esto al posible lector de esta obra traducida?

Que Saint Exupéry dejó su vida en un avión luchando contra el totalitarismo, el odio y la intolerancia. Eso es lo que nadie debería olvidar, eso es lo que en esta historia –la verdadera, la de la vida real– debería ser “lo más sagrado”.

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Elecciones en Cuautepec costarán más de 6 mdp

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Coxsackie en Hidalgo: Suman cerca de 400 contagios detectados por la SEPH

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En Ixmiquilpan ya venden calendarios con imagen de AMLO

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Turismo en Hidalgo: Las 4 cabañas más sorprendentes para hospedarte

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