Una de las principales figuras del México Antiguo así como de Mesoamérica, Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl, tuvo uno de sus hogares en Tulancingo y específicamente en Huapalcalco, según lo dicta un mito de esta Zona de Monumentos Arqueológicos y que abona al misticismo propio de este espacio único en el estado de Hidalgo. Incluso se cree que fue él quien bautizó a nuestra ciudad así, Tollantzinco.
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Dice esta vox populi, que el principal sacerdote de la mítica Serpiente Emplumada, divinidad del panteón mexica y también conocida por ser la deidad de la vida, la luz, la fertilidad, la civilización y el conocimiento, reinó en el centro ceremonial ubicado en las faldas del Cerro de las Navajas cuando él aún no alcanzaba su grado divino y caminaba junto a otros hombres y mujeres en este plano.
Fue así en tiempos en el que Huapalcalco era un importante epicentro comercial que sostenía tierras de diferentes poderíos en los cuatro puntos cardinales de la entonces naciente sociedad mesoamericana, según acotó la arqueóloga Florencia Müller en varias de sus distintas investigaciones sobre el sitio.
Nuestro Señor Serpiente de Plumas Preciosas, como también se le conoce, tuvo a bien instalar en Huapalcalco la sede del Segundo Imperio Tolteca, incluso antes de asentarse permanentemente en la ciudad de Tula. Al respecto, la cronista municipal de Tulancingo, Lorenia Lira Amador, refiere que hay una teoría en la que se argumenta que el nombre de Tollantzinco fue dado por él a manera de referirse a esta región como “la capital viejita” o “la antigua capital”.
Aquí viviría por cuatro años, para después migrar junto con su pueblo (relato similar al de otras migraciones de carácter religioso en distintas partes del mundo como el pueblo judío de Israel) a la ciudad de Tollan (Tula). Ya como regente de la capital, fue tentado por el Dios Tezcatlipoca quien tras embriagarlo con pulque le orilló a romper su celibato. Decepcionado de sí mismo y señalado por su pueblo, partió al sur de México, para fundar otra capital en Chichen Itzá, su última morada terrenal.
Luego se condenó a sí mismo al exilio y se inmoló en el mar, tras embarcarse en una balsa de serpientes. Se convirtió así en la “estrella de la mañana”, en el planeta Venus, no sin antes prometer a su gente que volvería a la Tierra. Dado que era un hombre blanco y barbado, los Pueblos Originarios le confundieron con Hernán Cortés en tiempos de la Conquista.
El anterior mito es una forma de dimensionar el impacto de Huapalcalco para el entendimiento de las culturas mesoamericanas, pues es llevar la influencia y relevancia desde Teotihuacan (como lo afirmó Müller) hasta los tiempos toltecas y luego a los mexicas. Múltiples voces de la sociedad civil, entre ellos historiadores, antropólogos, cronistas y académicos, coinciden en que Huapalcalco es uno de los sitios más antiguos del territorio nacional e incluso sostienen la hipótesis de que pudo ser el origen de la civilización en esta parte del país.
Su influencia teotihuacana tan característica de los horizontes mesoamericanos evidencia la relevancia que este centro ceremonial tuvo para los antiguos tulancinguenses, tal cual lo expresa la académica de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Verónica Márquez de León, al sentenciar en su investigación “Quetzalcóatl en Huapalcalco”, que “las culturas teotihuacana, tolteca y mexica dejaron aquí su huella... además del hombre de las cavernas”, en alusión a las pinturas rupestres que aquí se ven.