/ jueves 21 de noviembre de 2024

¡Palabra de Mujer! / El liderazgo revolucionario de género hidalguense

Desde muy joven, desafió las barreras sociales y, con tan solo 13 años, justo al inicio del siglo XX cuando obtuvo su título de maestra y se dedicó a la enseñanza en comunidades rurales. Fue en estos espacios donde entendió que la educación y la justicia social eran pilares inseparables para transformar la realidad de un México profundamente desigual.

La Revolución Mexicana encontró en mujeres como ella, Elisa Acuña Rosseti, al igual que en Carmen Vélez "La Generala" y Clara de la Rocha; espíritus indomables que enriquecieron el movimiento al tiempo que desafiaron los roles establecidos petrificados en un prolongado periodo de gobierno conservador y desequilibrado. Elisa, desde su trinchera periodística, se convirtió en una voz crítica contra el régimen porfirista, colaborando en diversos periódicos y fundando Vésper, junto a Juana Belén Gutiérrez de Mendoza. Mientras tanto, Carmen Vélez lideraba a 300 combatientes, mostrando una organización y valentía ejemplares en un contexto donde las minas de esta región financiaban tanto al régimen como a la revolución.

La riqueza minera y la posición estratégica de Mineral del Monte se convirtieron en un territorio disputado por las fuerzas revolucionarias. Aquí, las luchas laborales y las acciones militares simbolizaban el deseo colectivo de justicia y libertad. Carmen Vélez se erigió como un baluarte en esta lucha por su determinación y demostrando que las mujeres podían ser tanto estrategas como guerreras durante procesos críticos de transformación, tal como la retrata con maestría María Felix en lo que fue su última película.

Elisa, por su parte, encaró persecuciones y encarcelamientos debido a su activismo político. En prisión, no cesó de escribir ni de organizarse. Fundó agrupaciones que luchaban por la igualdad de género y los derechos laborales; desde ahí conoció esfuerzos de mujeres como Clara de la Rocha, quien lideró acciones en Sinaloa y se convirtió en un ejemplo de resistencia para toda una generación de revolucionarias. Aunque sus trayectorias parecieran diferentes, la conexión entre estas revolucionarias era innegable, ambas tejieron una red de solidaridad que fortaleció el movimiento en distintos territorios.

El fin de la lucha armada liderada por Carranza, Calles y Obregón no detuvo a Elisa. Lideró la sexta Misión Cultural en San Luis Potosí, Zacatecas y Aguascalientes; llevó educación a comunidades rurales y promovió la equidad de género mediante el empoderamiento educativo. Su labor en el Consejo Feminista Mexicano y la Liga Panamericana de Mujeres consolidó su legado como una figura clave en la tercera transformación de un México más justo.

El papel de las mujeres en la Revolución Mexicana trasciende lo anecdótico; sus aportaciones fueron fundamentales para cambiar el curso de la historia nacional desde nuestra tierra. Ya fuera en las trincheras de Mineral del Monte, pasando por las aulas, hasta los foros periodísticos y educativos, tanto Elisa Acuña, como Carmen Vélez y Clara de la Rocha desafiaron estructuras de poder y demostraron que la revolución fue una batalla por la libertad, un cruce a la modernidad, pero más fue la lucha por la igualdad. Honrarlas y recordarlas es continuar su lucha por un México donde el bienestar y la equidad sean una realidad.


Desde muy joven, desafió las barreras sociales y, con tan solo 13 años, justo al inicio del siglo XX cuando obtuvo su título de maestra y se dedicó a la enseñanza en comunidades rurales. Fue en estos espacios donde entendió que la educación y la justicia social eran pilares inseparables para transformar la realidad de un México profundamente desigual.

La Revolución Mexicana encontró en mujeres como ella, Elisa Acuña Rosseti, al igual que en Carmen Vélez "La Generala" y Clara de la Rocha; espíritus indomables que enriquecieron el movimiento al tiempo que desafiaron los roles establecidos petrificados en un prolongado periodo de gobierno conservador y desequilibrado. Elisa, desde su trinchera periodística, se convirtió en una voz crítica contra el régimen porfirista, colaborando en diversos periódicos y fundando Vésper, junto a Juana Belén Gutiérrez de Mendoza. Mientras tanto, Carmen Vélez lideraba a 300 combatientes, mostrando una organización y valentía ejemplares en un contexto donde las minas de esta región financiaban tanto al régimen como a la revolución.

La riqueza minera y la posición estratégica de Mineral del Monte se convirtieron en un territorio disputado por las fuerzas revolucionarias. Aquí, las luchas laborales y las acciones militares simbolizaban el deseo colectivo de justicia y libertad. Carmen Vélez se erigió como un baluarte en esta lucha por su determinación y demostrando que las mujeres podían ser tanto estrategas como guerreras durante procesos críticos de transformación, tal como la retrata con maestría María Felix en lo que fue su última película.

Elisa, por su parte, encaró persecuciones y encarcelamientos debido a su activismo político. En prisión, no cesó de escribir ni de organizarse. Fundó agrupaciones que luchaban por la igualdad de género y los derechos laborales; desde ahí conoció esfuerzos de mujeres como Clara de la Rocha, quien lideró acciones en Sinaloa y se convirtió en un ejemplo de resistencia para toda una generación de revolucionarias. Aunque sus trayectorias parecieran diferentes, la conexión entre estas revolucionarias era innegable, ambas tejieron una red de solidaridad que fortaleció el movimiento en distintos territorios.

El fin de la lucha armada liderada por Carranza, Calles y Obregón no detuvo a Elisa. Lideró la sexta Misión Cultural en San Luis Potosí, Zacatecas y Aguascalientes; llevó educación a comunidades rurales y promovió la equidad de género mediante el empoderamiento educativo. Su labor en el Consejo Feminista Mexicano y la Liga Panamericana de Mujeres consolidó su legado como una figura clave en la tercera transformación de un México más justo.

El papel de las mujeres en la Revolución Mexicana trasciende lo anecdótico; sus aportaciones fueron fundamentales para cambiar el curso de la historia nacional desde nuestra tierra. Ya fuera en las trincheras de Mineral del Monte, pasando por las aulas, hasta los foros periodísticos y educativos, tanto Elisa Acuña, como Carmen Vélez y Clara de la Rocha desafiaron estructuras de poder y demostraron que la revolución fue una batalla por la libertad, un cruce a la modernidad, pero más fue la lucha por la igualdad. Honrarlas y recordarlas es continuar su lucha por un México donde el bienestar y la equidad sean una realidad.