El G-20 agrupa a 19 países más una representación de la Unión Europea que, en su conjunto, representan el 66 % de la población mundial y el 85 % del Producto Interno Bruto del planeta, es decir, es el principal espacio de deliberación política y económica a nivel global.
Por primera vez en la historia, el Presidente de México no asistirá a la reunión anual del G-20 a realizarse a finales de junio en Japón y en su lugar acudirán los Secretarios de Relaciones Exteriores y Hacienda.
La ausencia del Presidente se da en el marco de la amenaza del presidente Trump de imponer aranceles a productos mexicanos, en tanto nuestro país no acepte reforzar su seguridad en las fronteras norte y sur, además de dar calidad migratoria de refugiados a los centroamericanos que ingresen a México y a quienes sean devueltos desde Estados Unidos, con el propósito de reducir la migración ilegal hacia el vecino país.
Si México accede, se echará a cuestas una carga presupuestal incosteable, ya que deberá garantizar condiciones mínimas de subsistencia decorosa a los migrantes, que contrastará con los recientes recortes realizados a programas sociales como PROSPERA y guarderías infantiles.
Faltar al G-20 implica no sólo perder una extraordinaria oportunidad para negociar con Estados Unidos un trato respetuoso y el cumplimiento de sus acuerdos comerciales con México, sino la posibilidad de abrir canales de negociación con otros países para reducir de manera paulatina la dependencia económica con nuestro vecino del norte.
Para mantener la estabilidad económica del país es importante que México defienda su lugar en el concierto internacional, como una economía sólida, como una buena opción para la inversión extranjera y sobre todo como un país que tiende puentes comerciales con otras naciones del mundo, por eso no es una buena noticia que el Presidente de México no acuda al G 20.
