Veo muchos niños gorditos con sus mochilas cargando y sus bolsas y frituras saboreando; son futuros cuerpos con azúcar. Veo muchos comerciales de bebidas embriagantes motivando a su consumo para dar a México en un futuro, muchos problemas por su adicción. Y veo personal médico protestando porque no tienen lo elemental para curar ¡no hay presupuesto! Escucho expresar a los diabéticos sus múltiples molestias y privaciones que viven día a día, sin tener una atención médica adecuada en su lugar de origen.
Escucho decir: “El país presenta déficit de personal, déficit de camas, déficit de insumos y déficit de medicinas”. Y escucho decir que las clínicas y hospitales no están a la altura de las necesidades del pueblo; por eso la gente tiene que acudir las clínicas particulares. Pienso en lo que dice la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica, los servicios sociales necesarios; tiene a sí mismo, derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad… ¡Qué lejos estamos! Pienso que no hay dinero para ayudar a los mexicanos necesitados y no hay voluntad para ayudar con honestidad.
Dice el dicho popular: “No falta dinero, sobran ladrones”. Y pienso que estamos conociendo la realidad de la Secretaría de Salud: Que hace, que puede, que necesita, que ofrece…. Propongo sigamos promoviendo y enriqueciendo la medicina tradicional. “La tierra ofrece la medicina que el cuerpo necesita” Propongo nos organicemos en las comunidades, parroquias y municipios para tener un dispensario médico en bien de quienes lo necesita. “Nuestro futuro está en la unidad y en la organización”. Propongo sigamos insistiendo en la prevención, aquí participamos todas y todos; tenemos talento y oportunidades para prevenir. Si prevenimos ahora nos ahorraremos dolores, preocupaciones, gastos, molestias el día de mañana.