/ miércoles 27 de noviembre de 2024

Los aranceles no son la solución y complican aún más el panorama

Hace un par de días, el Presidente electo de los Estados Unidos de América afirmó que en su primer día de mandato que será en enero, impondrá un arancel a todos los productos provenientes de México y de Canadá consistente en 25 por ciento del valor de los mismos. Lo anterior bajo el argumento de que sus socios comerciales principales siguen sin atender el problema del combate a las drogas y la migración ilegal, al grado de afirmar que en estos días proviene una caravana de migrantes centroamericanos y de México, dispuestos a cruzar la frontera por la mala. Señaló que hasta que nuestro país, sobre todo, controle el tráfico de fentanilo no retirará el arancel, ya que está en manos del gobierno mexicano el combatir y frenar ese flagelo que afecta seriamente a la población estadounidense.

Para empezar, es importante delimitar lo que es un arancel y sus propósitos en materia fiscal y legal en general. Un arancel es, simple y sencillamente, un impuesto, el cual se aplica a mercancías y productos de otro país a fin de que, además de percibir un ingreso como Estado, se controlen los precios para no afectar a los productores internos. Por ejemplo, si una pasta de dientes en el mercado nacional, producida por empresas mexicanas tiene un costo promedio de 60 pesos y, después, una empresa de origen chino trata de introducir una de costo sumamente inferior, digamos, 20 pesos a nuestro mercado. Es cuando nuestro país impone un arancel alto para compensar el costo interno y no haya competencia desleal.

Pero, a veces, los propósitos de un impuesto no son sólo mercantiles, sino que provienen de una medida social, política, médica, etcétera, y, en el caso actual, es una medida de presión para los gobiernos vecinos a fin de que detengan un problema que impacta a la sociedad, el gobierno y la economía estadounidense sin duda, sin embargo, la salida parece no ser la correcta, ya que, como bien dijo la Presidenta de México, lejos de ser una solución, puede hacer más complejo el problema.

Más allá de las acciones que detalla la Presidenta para hacer frente al problema migratoria y el combate a las drogas, se hace referencia a que la imposición de aranceles a productos provenientes de México, al final impactará más en la sociedad estadounidense que en la mexicana, ya que muchos de los insumos de la industria de aquel país se produce en México como una cuestión lógica derivada del Tratado de Libre Comercio.

Desde liego, al día de hoy se trata de una amenaza porque, para materializarse, se requiere de una orden ejecutiva cuando asuma el cargo, además de que, debemos recordar que en su primer mandato intentó aplicar la misma medida, sin embargo, se le convenció que no lo hiciera por los riesgos para su economía. Eso sí, en su momento sí impuso aranceles a mercancía china porque, sabe, genera una afectación grave a los productos producidos en EUA y porque, además, los precursores químicos para drogas sintéticas provienen casi en su totalidad del mercado asiático.

En ese sentido una medida de ese tipo afectaría el consumo estadounidense y generaría un colapso de la economía en todo el continente al menos, lo cual sería catastrófico dadas las circunstancias que se viven en una amenaza de crisis por los acontecimientos mundiales y los resabios de la pandemia que no han logrado sacudirse, así que habrá que abrir el diálogo y generar acciones oportunas que le hagan desistir.