El 5 de septiembre, Hidalgo inició una etapa dentro del proceso electoral que se vive: las Campañas Políticas, período en el que se pone a prueba la civilidad, ante la carga que tienen la guerra sucia y el fanatismo.
Elección tras elección hemos sido testigos de cómo dirigentes de partidos, aspirantes, incluso militantes y simpatizantes pierden la consciencia y más allá de hacer una campaña limpia, con propuestas, se enfocan en el encono y la descalificación.
Hoy hago un llamado para que por primera vez, los actores políticos mostremos que puede haber campañas a la altura de lo que exigen y merecen los hidalguenses, donde se alce la voz, pero para decir las propuestas; se utilice el discurso, pero con argumentos y no para descalificar.
Las campañas actuales ya son distintas de cualquier otras que se hayan experimentado, principalmente por el contexto de la pandemia, no generemos un clima de confrontación que en nada abona al trabajo que tenemos los partidos políticos: lograr la participación de la ciudadanía, por el contrario, los ahuyenta.
Por eso hago un llamado de civilidad, un acuerdo de caballeros, en el que el gobierno se abstenga de interferir en el resultado del proceso electoral, que deje que sus candidatos vayan a la contienda sin su apoyo, sin intentar cargar la balanza.
Los aspirantes se enfocan en presentar propuestas, en el caso del PRD, hicimos el compromiso de llevar candidatos con arraigo en sus municipios, capaces de transformarlos, pero sobre todo con valores democráticos y con actitud de respeto a sus rivales.
La experiencia nos ha enseñado que manejar un discurso de división genera estragos, puede influir incluso en las relaciones interpersonales, familiares, es tiempo de unidad, de paz, de tranquilidad, promovida por los actores políticos, que si bien son contrincantes, no son enemigos.