Como si se tratara de una situación de poca importancia o que tiene bastante tiempo para resolverse, la Cumbre de Acción Climática de la Organización de las Naciones Unidas concluyó sin resultados necesarios ni con acuerdos de relevancia suscritos entre los participantes a pesar de la gran presión social ejercida en el evento.
En esa cumbre a la que asisten organizaciones de la sociedad civil, funcionarios gubernamentales de alto nivel y empresarios de renombre a nivel mundial, se busca lograr acuerdos sólidos y compromisos específicos que reviertan de inmediato y en una importante proporción, los estragos del cambio climático provocado por la industria o por la forma de vida de la población en general.
En esta reunión se buscaba adherir a varias naciones a comprometerse en la reducción de emisiones de carbono para que, a más tardar, en el 2050 la emisión de gases de efecto invernadero se reduzca a cero. Desde luego que ello es una simple intención que, sin planes concreto difícilmente se podrá cumplir.
Dentro de las participaciones más destacadas, se encuentra la de la joven sueca Greta Thunberg, quien, sin amedrentarse por los asistentes, profirió un discurso verdaderamente agresivo pero absolutamente fundado, ya que arguyó como un atrevimiento el que los gobiernos y las empresas pidan el apoyo de jóvenes y niños como el ejemplo del futuro y, al mismo tiempo, las acciones de los dirigentes en el ámbito público y privado, se enfocan en la producción que redunde en beneficios económicos y no en una auténtica lucha contra el cambio climático.
La furia de la joven de la joven de 16 años no es más que el resultado de la frustración de las nuevas generaciones con conciencia social que ha visto como muchas especies se han extinguido, ecosistemas destruido y poblaciones muerto en condiciones de inanición por falta de agua y alimentos provocadas por el cambio climático.
Pero eso que sucede a escala mundial implica necesariamente a nuestro país. La falta de planes para revertir los efectos de gases invernadero, el desdén a las energías limpias y la ignorancia en proyectos productivos, nos alejan de medidas que debemos de tomar sobretodo cuando somos un país de extraordinaria riqueza ambiental y ecosistémica.
En el Ejecutivo urgen medidas que detengan deforestación, falta de agua, emisión de gases, pesca y casa ilegal, pérdida de reservas naturales en aras de negoció; pero en el Legislativo hacen falta foros, acercarnos a los expertos, presentar modificaciones de leyes, aumentar penas a delitos ambientales, fortalecer a instituciones como PROFEPA, crear organismos autónomos encargados de las políticas públicas en el tema; y en el Judicial se requiere compromiso en sentencias, conciencia a la hora de juzgar en casos donde se involucre en medio ambiente.
Pero el reto mayor es como sociedad, como ciudadanos tenemos el papel más importante en la reconstrucción de nuestro ecosistema a través de mejores hábitos, respeto a la naturaleza, contención de entes contaminantes y, además, propiciar nuevas áreas verdes, cuidar a la flora y fauna, todo en un entorno diferentes, industrializado y con grandes desventajas. Sólo de esa manera llegaremos a metas no sólo establecidas por organismos internacionales, sino por objetivos internos porque sólo de nosotros depende cuidar a nuestro ambiente, desde luego, con una guía gubernamental clara y acciones afirmativas.